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viernes, 26 de diciembre de 2014

LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO - 25 DE DICIEMBRE


La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
Manifestación del Verbo de Dios a los hombres, 25 de diciembre
Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net




Con la solemnidad de la Navidad, la Iglesia celebra la manifestación del Verbo de Dios a los hombres.  En efecto, éste es el sentido espiritual más importante y sugerido por la misma liturgia, que en las tres misas celebradas por todo sacerdote ofrece a nuestra meditación “el nacimiento eterno del Verbo en el seno de los esplendores del Padre (primera misa); la aparición temporal en la humildad de la carne (segunda misa); el regreso final en el último juicio (tercera misa)  (Liber Sacramentorum).

Un antiguo documento del año 354 llamado el Cronógrafo confirma la existencia en Roma de esta fiesta el 25 de diciembre, que corresponde a la celebración pagana del solsticio de invierno "Natalis solis invicti", esto es, el nacimiento del nuevo sol que, después de la noche más large del año, readquiría nuevo vigor.

Al celebrar en este día el nacimiento de quien es el verdadero Sol, la luz del mundo, que surge de la noche del paganismo, se quiso dar un significado totalmente nuevo a una tradición pagana muy sentída por el pueblo, porque coincidía con las ferias de Saturno, durante las cuales los esclavos recibían dones de sus patrones y se los invitaba a sentarse a su mesa, como libres ciudadanos. Sin embargo, con la tradición cristiana, los regalos de Navidad hacen referencia a los dones de los pastores y de los reyes magos al Niño Jesús.

En oriente se celebraba la fiesta del nacimiento de Cristo el 6 de enero, con el nombre de Epifanía, que quiere decir "manifestación", después la Iglesia oriental acogió la fecha del 25 de diciembre, práctica ya en uso en Antioquía hacia el 376, en tiempo de San Juan Crisóstomo, y en el 380 en Constantinopla. En occidente se introdujo la fiesta de la Epifanía, última del ciclo navideño, para conmemorar la revelación de la divinidad de Cristo al mundo pagano.

Los textos de la liturgia navideña, formulados en una época de reacción contra la herejía trinitaria de Arrio, subrayan con profundidad espiritual y al mismo tiempo con rigor teológico la divinidad y realeza del Niño nacido en el pesebre de Belén, para invitarnos a la adoración del insondable misterio de Dios revestido de carne humana, hijo de la purísima Virgen María.

BALANCE DE FIN DE AÑO


NAVIDAD EN TU INTERIOR


Navidad en tu interior



Navidad significa nacimiento, y el símbolo de la Navidad es una estrella, una luz en la obscuridad que sirvió de guía para encontrar al salvador. No veamos más esta estrella fuera de nosotros, sino brillando en nuestro cielo interno y aceptémosla como símbolo de que ha llegado el tiempo del Cristo; el tiempo de reconocer nuestra verdadera identidad.

Dentro de cada uno de nosotros existe un Salvador que conoce nuestra totalidad, nuestra esencia. Es una sabiduría innata que, si la utilizamos como una guía, nos conducirá siempre a experiencias de paz, armonía y amor. Es algo muy especial que está en todos y es para todos. Si no sacamos el mayor provecho de ella es sólo porque no la podemos entender y mucho menos aceptar.

Esta esencia en nosotros es la que conoce nuestra totalidad o nuestra santidad. 

Pero como un amigo fiel, no llegará a donde no se ha le ha invitado. Por lo tanto, vamos a comenzar nuestras fiestas navideñas abriéndole la puerta a este invitado tan especial. 

No temamos abrirle la puerta y recibámosle sin expectativas. El sabrá orientarnos, sin equivocarse y nos traerá regalos que no podremos encontrar en ningún lugar del mundo.

Tan pronto recibamos ese invitado tan especial, estaremos listos para preparar la gran fiesta. Pero, ¿cómo va a ser esta fiesta de Navidad?

Nuestro amigo no pide nada. No exige sacrificios de ningún tipo. Por lo tanto, en esta Navidad, cerremos las puertas a todo sacrificio estéril, a la culpa, al miedo a la escasez y demos paso a lo único que tiene sentido en nuestras vidas, a ese regalo del cual derivan su existencia todas las cosas: el amor.

Para muchas personas, las estampas de la Navidad traen sentimientos de gozo y alegría. Para otras, esta época puede ser difícil, solitaria, aumentando los sentimientos de culpa y depresión. Continuamente leemos artículos sobre cómo disfrutar las fiestas, sin embargo muchos no podemos imaginar cómo salir de ese estado de inmensa soledad en que algunos nos sumergimos. A veces podemos sentirnos atrapados entre lo que queremos hacer y lo que debemos hacer. Nos sentimos culpables porque deseamos quedarnos en casa en vez de salir a visitar familiares por compromiso.

También podemos sentirnos perdidos porque no tenemos la familia que quisiéramos tener. Muchos de nosotros, año tras año esperamos que la mágica Navidad nos regale una persona que pueda llenar el vacío del solitario corazón, causando honda desesperación cuando no sucede. Recuerda que no estás solo(a). Que hay muchas personas compartiendo tus mismos sentimientos.

sábado, 6 de diciembre de 2014

LA NAVIDAD, SÍMBOLO Y SIGNIFICADO

Navidad, símbolo y significado
El periodo navideño está adornado de multitud de símbolos tradicionales que ya han pasado a formar parte de nuestra cultura. Cada uno de estos elementos esconde tras de sí un significado profundo cuyo conocimiento nos ayudará a vivir una buena Navidad.


Por: Rodrigo Martínez Murillo | Fuente: Virtudes y valores




La Navidad es el período más feliz del año. La gente sonríe con más facilidad. Da gusto ir caminando por las calles y ver tiendas llenas de regalos, anuncios felicitándonos por la Navidad y el año Nuevo, adornos, luces, estrellas, árboles de Navidad, Santa Claus, nacimientos o belenes… Todos encuentran motivo para sentirse más hermanos, para reunirse en familia y dejar los problemas para después. Cada uno de los símbolos que tanto ambiente crean y tanto regocijo nos dan tiene un significado muy profundo. Muchos lo desconocen y se quedan sólo en el adorno, sin llegar a la rico significado que hay detrás de él.


Por ejemplo, la historia del popular árbol de Navidad. Los antiguos pueblos nórdicos europeos tenían la costumbre de adornar ciertos árboles de hojas perennes durante los últimos días de diciembre, durante el invierno, cuando toda la naturaleza parece muerta y fría. Su verde perenne era símbolo de la inmortalidad. Al convertirse al Cristianismo, los primeros cristianos, que eran muchas veces provenientes de la cultura pagana, conservaron la tradición, pero cambiaron totalmente el significado, refiriéndolo a Cristo como “Nuevo árbol de Jesé (Is. 11, 1-3).

San Bonifacio (680-754; obispo y mártir), patrón y evangelizador de Alemania, llegó a la ciudad de Geismar la víspera de la Navidad y cortó de raíz una encina considerada sagrada. En su lugar, al día siguiente, día de Navidad, plantó un pinito verde, y lo señaló como símbolo del nacimiento del Hijo de Dios. A partir de entonces un árbol verde adornado con objetos brillantes alumbra las casas, símbolo de la vida eterna que Cristo nos trajo al mundo, la perpetua primavera de la gracia. Del norte de Europa la tradición se extendió a los Estados Unidos y de ahí, al mundo entero.

El famoso Santa Claus es en su origen san Nicolás de Mira. Vivió en el siglo IV en Mira (la actual Turquía). Existen numerosas leyendas sobre su persona y la fama de su nobleza y generosidad. Por ejemplo, cuando era joven, arrojó por la chimenea una cuantiosa suma de dinero a un padre que no podía casar a sus hijas porque no tenía dinero para la dote. Su cuerpo fue trasladado a Bari, (sur de Italia) en 1087. Su fama de extendió por toda Europa, hasta llegar a Rusia de donde es copatrono junto con san Andrés. Los holandeses levantaron muchos altares en su honor y se cree que fueron colonizadores neerlandeses los que llevaron la devoción del santo a los Estados Unidos donde se difundió la fama de Santa Claus (este nombre es la deformación del original San Nikolaus).

La gran generosidad de la que hizo gala toda su vida le valió ser el simpático personaje que regala juguetes a los niños. Al inicio se le representaba con traje de obispo, como era en la realidad. La imaginación popular y la mercadotecnia han añadido el rubicundo anciano de barba larga y blanca, con un costal lleno de regalos a la espalda, la tronante y alegre risa, y el trineo volátil tirado por renos.

Es más evidente y en sí inmediato el significado religioso de los Nacimientos (en América Latina) o Belenes (en España). San Francisco de Asís fue el que instituyó esta costumbre. En la víspera de Navidad del 1223, movido por el deseo de revivir el nacimiento del Señor en el establo, montó el primer Nacimiento del que se tenga noticia en una cueva del bosque de Greccio (aldea italiana en la región toscana) con personas y animales reales.

El hecho obtiene simpatía entre la gente. La costumbre de representar la cueva de Belén en el período navideño se extiende por toda Europa y América. Esta tradición adquiere fuerza sobre todo en los países de cultura latina. En algunas partes hay concursos de belenes, donde se hacen verdaderas obras de arte.

La misma fecha de Navidad, el 25 de diciembre, tiene un origen peculiar. En la Roma pagana, anterior al Cristianismo, se celebraba la fiesta del nacimiento del sol invicto: natalis solis invicti en latín. Esta fecha era celebrada también por los celtas, germanos y otros pueblos antiguos. La fiesta tenía un significado religioso y psicológico. El 25 de diciembre coincide con el solsticio de invierno, el momento en el que el sol alumbra menos, pero empieza a su vez la prolongación de su imperio.

El astro de la luz había descendido en ese momento a su punto más débil, lo cual infundía al hombre primitivo terror de que las tinieblas pudieran apagarlo. Sin embargo, a partir del solsticio, el sol volvía a crecer en luz y calor, invicto e invencible. Celebrar ese resurgimiento tenía el significado de contraponer la luz a las sombras, la vida a la muerte. Los primeros cristianos vivían en la cultura romana, y conocían esos ritos.

El Cristianismo, que respeta lo que de positivo hay en las culturas, tomó el aspecto positivo de la fiesta. Jesús mismo se definió la “Luz del mundo”. Además, la misma posición del sol ayudó a cristianizar la celebración. Los paganos veían el oriente como el origen de la luz y de la vida, lux ex oriente, decían los latinos.

El Cristianismo, nacido en oriente respecto al antiguo mundo clásico aprovechó estos elementos de cultura y religiosidad para anunciar más fácilmente el mensaje cristiano. A partir de ahora el “sol” que nace será Cristo, y con Él la luz que ilumina nuestras almas en el camino a la salvación. Este mismo significado de la luz lo tienen las innumerables velas y luces que bellamente adornan el entorno navideño.

El mismo nombre de la celebración, Navidad, es la deformación castellana del latín nativitas, que propiamente significa nacimiento, nacimiento del Salvador. Hemos visto cómo muchas de las tradiciones han venido de ambiente pagano y se han cristianizado, pero el proceso que se verifica ahora es justo el contrario: tradiciones cristianas que se paganizan. El sentido de la Navidad ha desaparecido frente a las grandes ofertas navideñas. La gente prepara con semanas de antelación sus vacaciones navideñas, pero pocos saben lo que se celebra.

No es malo disfrutar de un buen descanso durante este período, que se goce de una buena cena, de unos buenos regalos y de la compañía de los seres queridos. Como cristianos, no somos ni materialistas ni maniqueos. Cristo vino a redimir al hombre entero, en su cuerpo y en su alma. Todos estos bienes materiales y sensibles son buenos y legítimos. Pero lo que no podemos aceptar es que el sentido de la Navidad se reduzca a ello. Hay tanta felicidad en el período navideño porque hay Uno que vino a salvarnos y esta es la fuente de la alegría y la celebración.

Dios quiera que esta Navidad sea diferente a las demás. Cuando veamos el árbol navideño, las luces, el Santa Claus, los belenes o nacimientos, que no nos quedemos en qué bonita decoración o qué bien se ve, sino que penetremos en el rico significado que quieren darnos: Jesucristo nace para darnos la luz y la vida inmortales.

Un período navideño vivido así, nos traerá más prosperidad y sosiego que los simples regalos y vacaciones. A la celebración material añadamos la celebración espiritual y tendremos un período plenamente feliz. Que al centro de las celebraciones, esté el celebrado y que no nos olvidemos del festejado en su fiesta. Si toda la fiesta la centramos en su significado espiritual, tendremos las navidades más felices y fecundas de nuestra vida.

sábado, 2 de agosto de 2014

YO QUIERO EN ESTA NAVIDAD




Yo quiero en esta navidad...

Poder armar un árbol dentro de mi corazón y colgar en él, en lugar de esferas regalos y adornos, los nombres de mis más queridos amigos, familia, y gente a quien amo, los que viven lejos y los que viven cerca, los antiguos y los más recientes, los que veo todos los días y los que raras veces veo, lo que siempre recuerdo y los que a veces olvido, los de las hora más difíciles, y los de las horas intensamente felices!, los que sin querer me hirieron, aquellos que conozco profundamente y aquellos que conozco poco, mis amigos humildes y mis amigos importantes, los que me enseñaron valiosas enseñanzas y los que tal vez un poquito aprendieron de mi, quiero que éste árbol tenga raíces profundas y fuertes!para que os nombres de mis amigos, familia y seres queridos nunca jamás sean arrancados de mi corazón, y que sus ramas se extiendan gigantes! para colgar nuevos nombres que venidos de todas partes se junten con los existentes, un árbol de sombra agradable, para que nuestra amistad, amor confianza y cariño sea un momento de reposo en la lucha diaria de la vida, quiero que el espíritu de la navidad haga de cada deseo la más hermosa flor! de cada lágrima una sonrisa! de cada dolor la más brillante estrella! y de cada corazón una dulce y tierna morada para recibir a Jesús.....

NAVIDAD ES PARA TODOS.. ES TAMBIÉN PARA TI


Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
Navidad es para todos...es también para ti
Dios es un Niño que ama, que te ama con un corazón de niño y con la fuerza de un Dios.


Quienquiera que seas,
detente un momento ante esa cueva.
¿Ves ese niño indefenso?
Es Dios, es el único Redentor.
Es para ti.

Si te sientes muy pecador…
Él te dice que tienes perdón.
Si estás muy desesperado…
Él te ofrece la alegría de vivir.

Si eres pobre…
piensa que Él es más pobre que tú
y que es pobre por ti.

Si crees que no hay camino para encontrar la paz…
El es el Camino.

Si crees que todo es farsa y mentira
en la vida y en la sociedad…
Él es la Verdad.

Si crees que la vida no tiene sentido ni valor…
Recuerda que Él es la Vida.

Tú que te has detenido ante muchos palacios,
y tiendas, y salas de fiestas,
sin encontrar lo que buscas…
nada pierdes con intentar
comprar a ese Niño el amor,
la vida y la paz.
Y Él a cambio te pide
una pequeña limosna de amor.

Cada año vuelve a nacer donde le dejan
y vuelve a pasar frío, mucho frío en tantos corazones;
pero queda compensado por el calor y el cariño
de unos pocos que le aman con locura.

¿Qué le ofrezco yo en esta Noche Buena?
¿Unas pajas, un poquito de cariño,
el rescoldo de un viejo amor?
Voy a entrar a esa cueva de rodillas,
voy a besar ese pesebre y esas pajas.. .

El Amor se hizo pequeño,
se hizo débil, se hizo tierno,
se hizo carne,
carne como la nuestra,
carne que llora y sufre y tiene frío,
pero carne de amor: Dios es Amor Encarnado.

Dios es un Niño que ríe, que ríe contigo.
Dios es un Niño que llora, que llora por ti.
Dios es un Niño que ama,
que te ama con un corazón de niño,
y con la fuerza de un Dios.
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